El influjo de los elementos
del sustrato en las lenguas romances resulta notable en el campo del
lexico, pero también tenemos que considerar la influencia en la
fonética, la morfología y la sintaxis. Bajo de Europa Latina se
encuentran estas lenguas de sustrato, reconocibles sobre todo por los
indicios en la onomástica y en el léxico de las regiones:
a) los dialectos itálicos en la Italia centromeridional;
b) el ilirio en la Pulla del sur, en Dalmacia y en Véneto
c) el griego en la Italia meridional;
d) el etrusco en Campania, en el norte del Lazio, en Toscana, en
Romaña, en en norte de la Italia y en Recia;
e) lenguas mediaterraneas alpinas no indoeuropeas en Sicilia, Calabria, Cerdeña, Córsica, en los Alpes y en los Pirineos;
f) el ligur en el noroeste de Italia y en en suroeste Francia ;
g) el ibérico en el suroeste de Francia y en la Peninsula Ibérica;
h) El céltico en Galia, una parte de Peninsula Ibérica E Italia septentrional (excepto Véneto) y en Suiza;
i) el tracio, el albanés y el gético en Rumania.
a) los dialectos itálicos en la Italia centromeridional;
b) el ilirio en la Pulla del sur, en Dalmacia y en Véneto
c) el griego en la Italia meridional;
d) el etrusco en Campania, en el norte del Lazio, en Toscana, en
Romaña, en en norte de la Italia y en Recia;
e) lenguas mediaterraneas alpinas no indoeuropeas en Sicilia, Calabria, Cerdeña, Córsica, en los Alpes y en los Pirineos;
f) el ligur en el noroeste de Italia y en en suroeste Francia ;
g) el ibérico en el suroeste de Francia y en la Peninsula Ibérica;
h) El céltico en Galia, una parte de Peninsula Ibérica E Italia septentrional (excepto Véneto) y en Suiza;
i) el tracio, el albanés y el gético en Rumania.
El ocaso de las lengua preromanas es dificil de saber.
En el siglo I d. C. la mayoría de ellas todavía se usaban, sobre
todo el galo, el cual se ha conservado durante mucho tiempo. En la
parte sureste del Imperio, el latín no pudo imponerse contra la
superioridad de la cultura griega y en la Italia meridional pudo
hacerlo sólo de manera parcial.
En 1881 el italiano Graziano Isaia Ascoli elaboró la
teoría según la cual la diferenciación entre las lenguas romances
se debe a la preexistencia de diferentes sustratos que influenzaron
el latín en las diferentes partes del Imperio. Subrayó el efecto
del sustrato céltico, el más fuerte, que se nota a nivel del
léxico y también en lo fonético y se extendió hasta comprender
fenómenos de formación y composición de las palabras, como en el
caso del sistema vigesimal de enumeración del cual hay un relicto
lingüistico en el francés quatre-vingt.
Entre las
tendencias fonéticas, fue muy discutido el problema de la evolución
û > ü, fenómeno que se encuentra sólo en Francia,
parte de Ladinia y en los dialectos galo-itálicos de Italia
septentrional, que fue considerado por muchos lingüistas como
reacción del sustrato galo. Sin embargo, no se sabe si este ultimo
tuvo el fonema ü, pero la tendencia del céltico medieval y
moderno a trasformar ü en i presupone un
intermediario ü. Este problema fue por primera vez examinado
por Ascoli en una de sus famosas “lettere glottologiche”
('cartas lingüisticas'). El estudioso afirmó que para hipotetizar
sobre un sustrato hacen falta dos condiciones:
1. la coincidencia
geográfica;
2. la coincidencia de un determinado fenómeno en la
lengua antigua y en la moderna.
El problema fue resuelto
considerando que tenemos:
1) la correspondencia del territorio
que presenta ü con el que fue de lengua céltica;
2) la
presencia de i < û en algunos idiomas célticos
modernos;
3) la presencia de ü > û en neerlandés;
por
tanto sería posible decir que la presencia de ü en los
territorios de sustrato céltico se deba a una tendencia del galo
que se manifiesta en el campo romance y tambíen en el germánico,
aunque no se pueda excluir la posibilidad de desarrollos autónomos.
Sin embargo una objeción a esa teoría concierne el hecho de que ü
en lugar de ū se manifiesta en las lenguas romance varios siglos
después del galo.
Lo mismo pasa con los dialectos de
Italia centro-meridional, donde los fenomenos de asimilación de los
grupos consonánticos nd >nn y mb>mm y de
sonorización de las oclusivas sordas b, t, k después de
nasal, se atribuyen al sustrato osco-umbro, cuando formas de este
tipo se encuentran en inscripciones del siglo VI d. C. en Roma y los
primeros ejemplos en Italia en los siglos X y XI d. C. cuando el
osco-umbro se había extinguido desde unos siglos.
Se pueden observar fenómenos de sustrato que obran hoy
día, por ejemplo el francés hablado en las ciudades del sur de
Francia no es el mismo que el de París, en ellas se usa r
lingual y no uvular. Los hablantes meridionales de Francia siguen
manteniendo en su francés, lengua de superestrato, los hábitos
lingüísticos de la lengua original de sustrato. Esto pasa entre
una lengua romance y unos vulgares romances, pero la situación es
diferente, por ejemplo, en el estado de Yucatan, donde se habla la
lengua maya, aquí los habitantes con una cúltura mínima utilizan
en su español las‘consonantes deridas’(consonantes muy
explosivas cuya pronuncia viene acompañada por un cierre de la
glotis), esto demuestra como las predisposiciones artículatorias,
después de un periodo de bilingüismo, se han mantenido en las
generaciones sucesivas. Se trata de un proceso de adaptación en la
dirección de la lengua ganadora por parte de una población entera
y que ocurre muy lentamente y de una manera imperfecta, porque el
sustrato sigue obrando con fuerza.
Contra la hipótesis del
sustrato se puede valorar la extrema dificultad de demostrar a su
vez que los fénomenos de las lenguas romances encuentran su causa
en fenómenos de lenguas mal conocidas y de edad muy antigua. Además
esta hipótesis impone considerar el latín de edad tardo imperial,
muy diferenciado, en el que los sustratos habrían operado, dado que
las lenguas pre Romanas ya se habían extinguido.
Otro argumento
contra un excesivo recurso a la explicación del sustrato lo muestra
Latino America, donde la influencia de las lenguas indigenas fuera
de lexico es muy modesta y no ha determinado un fraccionamiento del
español en una multitud de lenguas neocastellanas.
Algunos
cambios romances tienen su origen en fenomenos de sustrato, pero se
trata de una parte muy limitada de fenómenos que han transformado
el latín en las lenguas romances. Las grandes mutaciones de los
sistemas nominal y verbal por ejemplo, no se pueden atribuir a los
sustratos porque afectan a zonas con sustratos diferentes.
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