lunes, 29 de abril de 2013

El sustrato


El influjo de los elementos del sustrato en las lenguas romances resulta notable en el campo del lexico, pero también tenemos que considerar la influencia en la fonética, la morfología y la sintaxis. Bajo de Europa Latina se encuentran estas lenguas de sustrato, reconocibles sobre todo por los indicios en la onomástica y en el léxico de las regiones:
a) los dialectos itálicos en la Italia centromeridional;
b) el ilirio en la Pulla del sur, en Dalmacia y en Véneto
c) el griego en la Italia meridional;
d) el etrusco en Campania, en el norte del Lazio, en Toscana, en
Romaña, en en norte de la Italia y en Recia;
e) lenguas mediaterraneas alpinas no indoeuropeas en Sicilia, Calabria, Cerdeña, Córsica, en los Alpes y en los Pirineos;
f) el ligur en el noroeste de Italia y en en suroeste Francia ;
g) el ibérico en el suroeste de Francia y en la Peninsula Ibérica;
h) El céltico en Galia, una parte de Peninsula Ibérica E Italia septentrional (excepto Véneto) y en Suiza;
i) el tracio, el albanés y el gético en Rumania.
El ocaso de las lengua preromanas es dificil de saber. En el siglo I d. C. la mayoría de ellas todavía se usaban, sobre todo el galo, el cual se ha conservado durante mucho tiempo. En la parte sureste del Imperio, el latín no pudo imponerse contra la superioridad de la cultura griega y en la Italia meridional pudo hacerlo sólo de manera parcial.
En 1881 el italiano Graziano Isaia Ascoli elaboró la teoría según la cual la diferenciación entre las lenguas romances se debe a la preexistencia de diferentes sustratos que influenzaron el latín en las diferentes partes del Imperio. Subrayó el efecto del sustrato céltico, el más fuerte, que se nota a nivel del léxico y también en lo fonético y se extendió hasta comprender fenómenos de formación y composición de las palabras, como en el caso del sistema vigesimal de enumeración del cual hay un relicto lingüistico en el francés quatre-vingt.
Entre las tendencias fonéticas, fue muy discutido el problema de la evolución û > ü, fenómeno que se encuentra sólo en Francia, parte de Ladinia y en los dialectos galo-itálicos de Italia septentrional, que fue considerado por muchos lingüistas como reacción del sustrato galo. Sin embargo, no se sabe si este ultimo tuvo el fonema ü, pero la tendencia del céltico medieval y moderno a trasformar ü en i presupone un intermediario ü. Este problema fue por primera vez examinado por Ascoli en una de sus famosas “lettere glottologiche” ('cartas lingüisticas'). El estudioso afirmó que para hipotetizar sobre un sustrato hacen falta dos condiciones:
1. la coincidencia geográfica;
2. la coincidencia de un determinado fenómeno en la lengua antigua y en la moderna.
El problema fue resuelto considerando que tenemos:
1) la correspondencia del territorio que presenta ü con el que fue de lengua céltica;
2) la presencia de i < û en algunos idiomas célticos modernos;
3) la presencia de ü > û en neerlandés;
por tanto sería posible decir que la presencia de ü en los territorios de sustrato céltico se deba a una tendencia del galo que se manifiesta en el campo romance y tambíen en el germánico, aunque no se pueda excluir la posibilidad de desarrollos autónomos. Sin embargo una objeción a esa teoría concierne el hecho de que ü en lugar de ū se manifiesta en las lenguas romance varios siglos después del galo. 
Lo mismo pasa con los dialectos de Italia centro-meridional, donde los fenomenos de asimilación de los grupos consonánticos nd >nn y mb>mm y de sonorización de las oclusivas sordas b, t, k después de nasal, se atribuyen al sustrato osco-umbro, cuando formas de este tipo se encuentran en inscripciones del siglo VI d. C. en Roma y los primeros ejemplos en Italia en los siglos X y XI d. C. cuando el osco-umbro se había extinguido desde unos siglos.
Se pueden observar fenómenos de sustrato que obran hoy día, por ejemplo el francés hablado en las ciudades del sur de Francia no es el mismo que el de París, en ellas se usa r lingual y no uvular. Los hablantes meridionales de Francia siguen manteniendo en su francés, lengua de superestrato, los hábitos lingüísticos de la lengua original de sustrato. Esto pasa entre una lengua romance y unos vulgares romances, pero la situación es diferente, por ejemplo, en el estado de Yucatan, donde se habla la lengua maya, aquí los habitantes con una cúltura mínima utilizan en su español las‘consonantes deridas’(consonantes muy explosivas cuya pronuncia viene acompañada por un cierre de la glotis), esto demuestra como las predisposiciones artículatorias, después de un periodo de bilingüismo, se han mantenido en las generaciones sucesivas. Se trata de un proceso de adaptación en la dirección de la lengua ganadora por parte de una población entera y que ocurre muy lentamente y de una manera imperfecta, porque el sustrato sigue obrando con fuerza.
Contra la hipótesis del sustrato se puede valorar la extrema dificultad de demostrar a su vez que los fénomenos de las lenguas romances encuentran su causa en fenómenos de lenguas mal conocidas y de edad muy antigua. Además esta hipótesis impone considerar el latín de edad tardo imperial, muy diferenciado, en el que los sustratos habrían operado, dado que las lenguas pre Romanas ya se habían extinguido.
Otro argumento contra un excesivo recurso a la explicación del sustrato lo muestra Latino America, donde la influencia de las lenguas indigenas fuera de lexico es muy modesta y no ha determinado un fraccionamiento del español en una multitud de lenguas neocastellanas.
Algunos cambios romances tienen su origen en fenomenos de sustrato, pero se trata de una parte muy limitada de fenómenos que han transformado el latín en las lenguas romances. Las grandes mutaciones de los sistemas nominal y verbal por ejemplo, no se pueden atribuir a los sustratos porque afectan a zonas con sustratos diferentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario