viernes, 26 de abril de 2013

Las primeras testificaciones del romance

La primera aparición del término “lengua romana” en el sentido de lengua derivada del latín data del Concilio de Tour (813), en el que, con tal expresión, se refirieron a la lengua comúnmente hablada en Galia, en oposición a la lengua germánica hablada por los francos invasores. Las autoridades religiosas, conscientes de la difundida imposibilidad por parte de los fieles a seguir la totalidad de la función religiosa, decidieron en esta ocasión, que los sermones fuesen traducidos en rusticam Romanam lingua, es decir en el habla usada por la gente.

En la época carolingia surgió el primer documento redactado deliberadamente en vulgar, el Serment de Strasbourg. Aquí el histórico Nitardo, autor del susodicho documento, en su historia en latín de los hijos de Ludovico el Pio, transcribió las frases pronunciadas en Estrasburgo en 842, en las cuales se reproducen las protolenguas bases de francés y alemán. Con estos juramentos Carlo el Calvo y Ludovico el Germánico renovaron su alianza contra el hermano rival Lotario. Los juramentos fueron redactados en doble copia, una latinizante y otra germanizante. Los soberanos debían ser comprendidos por los respectivos ejércitos, por eso se cambiaron la lengua, mientras que los jefes de los dos ejércitos juraron en sus propias lenguas. A continuación tenemos las dos partes en latín vulgar pronunciadas por Ludovico el Germánico y por el ejercito de Carlo el Calvo:

"Pro Deo amur et pro christian poblo et nostro commun salvament, d’ist di in avant,
in quant Deus savir et podir me dunat, si salvarai eo cist meon fradre Karlo et in
aiudha et in cadhuna cosa, si cum om per dreit son fradra salvar dift, in o quid il mi
altresi fazet et ab Ludher nul plaid nunquam prindrai, qui, meon vol, cist meon fradre
Karle in damno sit."
(Por el amor de Dios y por el pueblo cristiano, y por nuestro bien común, a partir de ahora, mientras Dios me dé sabiduría y poder, socorreré a este mi hermano Carlos con mi ayuda y cualquier otra cosa, como se debe socorrer a un hermano, según es justo, a condición de que él haga lo mismo por mí, y no tendré nunca acuerdo alguno con Lothario que, por mi voluntad, pueda ser perjudicial para mi hermano Carlos).

"Si Lodhuvigs sagrament que san fradre Karlo jurat conservat et Karlus, meos sendra,
de suo part non l’ostanit, si io returnar non l’int pois, ne io ne neuls cui eo returnar
int pois, in nulla aiudha contra Lodhuwig nun li iu er." 
(Si Ludovico respeta el juramento que ha hecho a su proprio hermano Carlo, y Carlo, mi amo, en parte, no lo mantiene, si yo no puedo desviarlo de eso, no voy a ser de ningún ayuda contra de Ludovico)

No hay que pensar que los dos soberanos y los dos ejércitos se expresaran de manera improvisada, al tratarse de un acto político de una notable importancia y es por ello que tuvo que ser preparado. En efecto el juramento tiene formulas en latín que encontramos antes de 842. Lo que aquí nos importa es subrayar que era claro para Ludovico, Carlo y Nitardo, que el francés y el alemán fueran lenguas diferentes del latín. 
Los juramentos de Estrasburgo fueron los primeros documentos redactados en francés. No obstante, el primer texto literario del francés es la Secuencia de Santa Eulalia. Esta cuenta la historia de una muchacha de trece años que durante las persecuciones de los cristianos llevadas por Diocleciano, rechazó de renegar su propia fe, gesto que la llevó al martirio. A punto de morir, la joven, tomó el aspecto de una paloma blanca y se elevó volando hacia el cielo. El manuscrito tiene dos secuencias, una en latín y otra en francés vulgar picardo-valón, cuyos planteamientos son muy diferentes: retórica en latín, narrativa en vulgar. De nuevo otro signo de cambio y de necesidad por parte de la iglesia de alcanzar el mayor número posible de fieles.

Se indican como primeros documentos del italiano el Indovinello veronese (entre el fin del VIII siglo y el principio del IX), cuya naturaleza lingüística se discute, y el grafito de la Catacumba de Commodilla en Roma. Esta ultima lleva: «Non dicere ille secrita a bboce» (No pronuncies las oraciones en voz alta). En el IX siglo, periodo en el cual podemos datar la incisión, hubo una reforma litúrgica que hacía que las oraciones no vinieran hechas en voz alta sino bisbisadas o leídas silenciosamente por el celebrante. Este texto, probablemente dirigido a los clérigos menos cultos que no conocían el latín, es romance por completo y muy caracterizado diatópicamente. Sin embargo, es el Placito di Capua (Marzo 960) el primer caso en Italia en cual quién escribe quiere oponer dos sistemas lingüísticos diferentes. El juez Arechisi estaba consciente de que el testigo hablaba una lengua diferente de la que él escribía normalmente: «Sao ke kelle terre, per kelle fini que ki contene, trenta anni le possette parte Sancti Benedicti» (Se que aquellas tierras dentro de aquellas fronteras que aquí se describen, treinta años las tuvo la administración patrimonial de San Benedicto).

En la Península Ibérica el uso escrito del vulgar aparece por primera vez en una lista de quesos, Noticia de kesos, que Fraile Sermeno, despensero del monasterio leonés de San Justo y Pastor a Rozuela, anotó hacia el 980 detrás de una carta latina para acordarse de lo que había dado a los frailes a cambio de algunos trabajos: «Nodicia de kesos que espisit frater Semeno in labore de fratres: inilo bacelare[…]» (Nota de quesos que gastó fray Semeno en el trabajo de los frays en el viñedo[…]).
Alrededor en el X siglo es posible datar las Glosas Silenses y las Glosas Emilianensis, estas ultimas, procedentes del monasterio de San Millán de Cogolla en Navarra, contienen frases enteras en romance:
[…] cono ajutorio de nuestro dueno, dueno Christo, dueno Salbatore, qual
dueno get ena honore, e qual duenno tienet ela mandatione cono Patre, cono
Spiritu Sancto, enos sieculos delos sieculos. Facanos Deus omnipotens tal
serbitio fere ke denante e la sua face gaudioso segamus.

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