miércoles, 5 de junio de 2013

Bibliografía

  • Avvalle D’A.S., Protostoria delle lingue romanze: dal sec. VII ai Giuramenti di Strasburgo e con particolare riguardo al territorio gallo-romanzo, Turín, Giappichelli, 1965.
  • Lausberg H., Linguistica romanza: fonetica, I, Milán, Feltrinelli, 1971, (tit. orig. Romanische Sprachwissenschaft I. Einleitung Und Vokalismus, Berlin, 1956).
  • Monteverdi A., Manuale di avviamento agli studi romanzi. Le lingue romanze, Milán, Vallardi, 1952.
  • Renzi L. - Andreose A., Manuale di linguistica e filologia romanza, Bolonia, Il Mulino, 2003.
  • Tagliavini C., Le origini delle lingue neolatine. Introduzione alla filologia romanza, 5ª ed., Bolonia, Pàtron, 1969.
  • Varvaro A., Linguistica romanza, Napoli, Liguori, 2001.

lunes, 27 de mayo de 2013

Conclusiones

El problema central del origen de las lenguas romances se encuentra en la esencia del latín y en todos los demás fenómenos externos antes discutidos como la romanización y la época en la cual tuvo lugar, el sustrato, el superestrato, etc. Pero la verdadera causa no consiste en uno sólo de los susodichos factores, sino en el influjo concomitante de todos: en efecto el defecto principal de las teorías está en su unilateralidad, porque el paso desde el latín hasta las lenguas romances fue un proceso histórico extremadamente complejo, debido a la interacción de una multitud de parámetros. La transformación del latín no fue el resultado de un trastorno inesperado y dramático, sino el resultado de un proceso evolutivo adelantado y acelerado en la época de disolución del Imperio: el proceso de latinización empezó el siglo III a.C., pero no se había acabado ni en el momento de la caída del Imperio Romano en el siglo V d.C.; sin embargo la fuerza centrípeta de la red política, militar, escolástica y comercial que envolvía el Imperio, era bastante fuerte para generar una cohesión efectiva. Gracias en el prestigio de la literatura y del modelo de lengua también hablada (por la aristocracia senatoria), la unidad del latín nunca se consideró en peligro, aunque fuera una unidad que toleraba un fuerte grado de variación diatópica y distrática.
El Imperio sufrió crisis militares, económicas y demográficas muy serias, sobre todo en el III siglo d.C., por las cuales la potencia de Roma se quedó más débil, y así también el prestigio de su lengua. Así el latín se romanizó y los vulgarismos se pudieron desarrollar más libremente.
La separación entre lengua escrita y hablada se amplió en los primeros siglos del Imperio, haciendo necesaria la diminución de este desvío, la consecuencia de esto fue que el latín vino “democratizado”. 
A partir del siglo V, con la caída del Imperio, la separación fue menor y la oposición entre latín culto y latín popular fue eliminada en favor de este último, de manera que el camino quedó libre para el surgir de las lenguas romances.
Las documentaciones con rasgos en vulgar permiten de colocar en el V-VI siglo el cumplimiento general del prerromance y de reconocer la existencia de una norma no oficial y no reconocida pero corriente y distinta de la del latín de tradición escolástica.
Por lo que concierne a las intervenciones artificiales sobrepuestas al natural cambio de la lengua, hay que recordar que en el siglo IX, por causa del renacimiento carolingio, la separación entre latín culto y latín popular, ya desarrollado en lengua romance, fue ampliado, de manera artificial y externa. Fue una intervención que determinó en el 813 la muerte del latín culto y el nacimiento del romance. El latín quedaba todavía uniforme y compresible, pero cuando Carlo Magno y sus ductos hicieron una reforma que lo devolvió más cercano a su forma antigua, las lenguas romances tomaron una identidad plena y la diferenciación que existía fue manifiesta a todo el mundo. El problema central entonces está en la oposición entre latín clásico y latín vulgar: el sustrato amplió esa distinción acentuando la diferenciación de latín, mientras que las autoridades eclesiásticas y civiles intervinieron para favorecer la unidad, pero en realidad acabaron acentuando la oposición y causando la diferenciación y terminaron con el reconocer la existencia del romance.
La unidad y fuerza del latín fueron aniquiladas con el colapso cultural más que en el material del Imperio Romano. En el reino de los francos ya no era Roma el punto de referencia, sino la corte itinerante del rey franco o la sede del obispo. La escuela siguió enseñando la norma clásica pero las nuevas clases dirigentes no consideraron más la cultura el valor social más alto. El modelo de prestigio sobre el cual los hablantes regularon su comportamiento no fue más ni unitario ni culto, sino el idioma usado por los germánicos. La literatura, destinada a mantener alta la unidad y el prestigio de la lengua escrita, se agotó en los siglos VI e VII. Si este colapso cultural y espiritual no hubiera tenido lugar y se hubiera generado sólo un colapso material, el Imperio se habría dividido en varios estados pero no en diferentes lenguas romances. Los modelos lingüísticos se volvieron fraccionarios y toda aquella variación que antes era posible, pero reconducida a una norma unitaria, cogió trayectorias independientes. Las nuevas normas autorizaron las formas que antes eran sencillas variaciones, se añadieron además los desarrollos locales, a menudo divergentes entre ellos, por las cuales las fuerzas centrífugas se reforzaron y las centrípetas disminuyeron. En menos de dos siglos las lenguas romances devinieron individualidades distintas, relacionadas con nuevas identidades sociales, con nuevos sentidos de pertenencias y con una nueva comunidad que ya no era la romana.

viernes, 24 de mayo de 2013

El proto-romance


En los últimos cincuenta años se afirmó el concepto de 'proto-romance' o 'romance común'. Se trata de una etiqueta bastante útil para explicar algunos fenómenos que ocurren en todas las lenguas romances, pero que no se encuentran en latín. Se supone que hubo una lengua común, pero no más latina, ni todavía fraccionada en las distintas variedades romances. A partir del desarrollo, en la segunda parte del siglo XIX, de la metodología de reconstrucción comparativa, praxis normal en la lingüística indoeuropea, se aplicó esa metodología a las lenguas romances, de las cuales sin embargo, se conoce la lengua madre. A través de la comparación de las lenguas romances podemos reconstruir ese hipotético proto-romance. 
Ese último tiene más, con respecto al latín, los rasgos comunes de las lenguas romances. Por ejemplo el articulo, pues en ese caso el proto-romance es útil porque nos dice que, en alguna fase tardía del latín, el articulo existía.
Hay una objeción que hacer a esa teoría: Las protolenguas siempre son proyecciones no conocidas de una pluralidad de lenguas históricas conocidas, pues aplicando el método comparativo a las lenguas germánicas no podemos averiguar hasta que punto el germánico reconstruido difere del histórico, puesto que siempre será desconocido para nosotros. Además, mientras que, de las circunstancias históricas en las cuales el germánico común dio lugar a las diferentes lenguas germánicas sabemos solo leyendas sobre el origen de las distintas poblaciones germánicas, del latín, en el período entre el bajo Imperio y alto medioevo, tenemos una gran cantidad de documentación histórica.
Hay que objetar también el hecho de que la teoría, aunque sea útil desde un punto de vista practico, no tiene justificación real ya que no existen documentos escritos en proto-romance. Para que tenga sentido dicha teoría hace falta suponer que en un momento dado, se haya desarrollado una diglosia por la cual para los registros altos se utilizaba todavía el latín y por los bajos esa variedad pre-romance.
Por último, mientras que el fraccionamiento de las demás lenguas viene justificado con hipotéticas migraciones de cada grupo que las hablaba, en el caso del romance no hubo migraciones que puedan explicar la formación de lenguas distintas. Pues esa hipótesis no explica el fraccionamiento y presenta otra vez el problema de la persistente diglosia.

martes, 21 de mayo de 2013

El invento del latín medieval


Según la tesis del inglés Roger Wright, lo que tiene que ser explicado no son las lenguas romances, que constituyen la natural evolución del latín, sino el latín medieval, el cual no sería la continuación del latín escrito antiguo. Wright afirma: “A lo largo del periodo precarolingio no hay distinción entre dos lenguas coexistentes […], y […] el estadio lingüístico de las comunidades romances era aproximadamente el que hoy día domina en Francia o Inglaterra, donde se pueden evidenciar variaciones estilísticas, en la sintaxis como en léxico, entre uso de quién sabe escribir y el de quién no sabe escribir, pero donde hay una genérica variación fonológica con respecto a la capacidad de escribir.”
El latín de las escrituras altomedievales sería solo el traje gráfico de textos concebidos en el idioma hablado por todos. Para convencer de esa hipótesis, Wright observa que, en la España del IX siglo a la grafía saeculum podía corresponder la pronuncia sjeglo, así como en el inglés de siglo XX a la grafía knight corresponde la pronuncia nait, y eso sin que nadie pensara entonces escribir sieglo o pronunciar sekulum, así como ningún angloparlante alfabetizado pensaría hoy día escribir nait o pronunciar knigh. Él afirma además que con el progresivo divergir del vulgar de la lengua escrita, las normas gramaticales devinieron siempre más complicadas, incluyendo no solo letras y sílabas «mudas» […]. Lo mismo ocurre hoy día en Francia, donde los niños pronuncian [ʃã:t] para tres formas gramaticales y luego están desorientados cuando tienen que aprender a escribir y a distinguir entre chante, chantes chantentent.
Respeto al inicio de la escritura en vulgar, Wright cree que durante el siglo y medio que hay entre los Juramentos de Estrasburgo y el año 1000, hubo en Francia una situación inestable de persistente monolingüismo, caracterizado, en el plan de la escritura, por la posibilidad de emplear tanto la ortografía tradicional, como una nueva grafía de tipo fonético, y, en el plan de la lectura, por la posibilidad de leer los textos escritos en francés, como según Wright se habrían leído siempre, es decir en vulgar, o en la nueva manera impuesta por la reforma, es decir en latín.
Los doctos de la corte de Carlo Magno, con la intención de restaurar el latín, 'inventaron’ el latín medieval y rompieron con su reforma la praxis de una grafía que no corresponde a la pronunciación. Así desapareció la manera común de escribir el romance y se tuvieron que inventar poco a poco las grafías de cada romance. El primer emerger del romance en la escritura correspondería entonces, según esa teoría, en una nueva manera de escribir. El castellano por ejemplo, siempre existente en el Medievo, fue inventado cuando fue escrito por primera vez.
Interpretados como trascripciones fonéticas de la mismas lengua abandonada a la ortografía tradicional, los primeros textos romances resultan de problemática justificación, y es la conciencia de esta dificultad que obliga a Wright a justificar su teoría mediante suposiciones anecdóticas: la formula de los juramentos empleada por Ludovico el Germánico habría sido redactada en una grafía fonética para que fuera pronunciada correctamente por el príncipe, que Wright supone ajeno al francés pero capaz de leer el latín a la nueva manera.
En cambio, el porqué de que la fórmula de los seguidores de Carlo haya sido redactada de aquella manera no está clara, pero la repuesta más sencilla sería esta: quién preparó el texto para Ludovico estuvo tan satisfecho de la experiencia que quiso aplicarla pronto a la fórmula siguiente, aunque para los franceses debiera resultar menos útil.
La utilidad de esa teoría está en la afirmación que en el alto medioevo se escribiera de una manera y se leyera de otra. Sin embargo, no se entiende como Wright pueda explicar como la grafía latina cubra no solo la romance, sino también la gramática y la relativa sintaxis, tan divergentes de las latinas. El problema mayor de la teoría es que en realidad no explica nada, porque el paso habría ocurrido bajo una grafía que no cambiaba, pero nosotros no tenemos argumentos para establecer cuando ese paso haya ocurrido, ni por qué en una región era de una manera y en otra de otra. La tesis de la no correspondencia entre grafía y pronunciación podría ser defendida en periodos más largos y toda la lingüística latina acabaría en crisis. 

La teoría del superestrato germánico


El factor decisivo para la disgregación de la unidad lingüística latina se debería buscar en la disolución de la unidad política del Imperio llevada por las estirpes germánicas, las mismas a cuya incorporación los romanos habían renunciado, dejándolas en su condición de 'proletariado externo' del Imperio. Les germánicos en efecto, prestaron servicio en el ejército romano durante siglos, por eso el contacto entre germánicos y romanos fue ininterrumpido. A eso debemos la penetración de palabras germánicas en el latín (por ejemplo sapo it. sapone, sp. jabón).
En el origen de las lenguas romances el superestrato germánico tuvo un papel fundamental. Mientras que el influjo directo del superestrato árabe sobre las lenguas íbero-romances y sobre el siciliano, así como el del eslavo sobre el rumano, se quedó limitado y fue de fecha más tardía, el influjo del germánico tuvo lugar antes, y encima tuvo una importancia más grande y general.
A comienzos del siglo III tuvieron un papel fundamental entre las poblaciones germánicas sobre todo los godos, los alemánicos, los francos, los longobardos, y los burgundios.
Por lo que concierne el territorio lingüístico de Francia, la división entre francos en el norte, visigodos en el suroeste y los burgundios en el sureste ha sido utilizada por Walter von Wartburg como posible motivación para explicar la división lingüística del galo-romance:
  1.  El superestrato franco daría origen al sistema de la así llamadas ‘lenguas de oíl’ de las cuales pertenecen el franciano, fase antigua del francés actual;
  2.  El superestrato visigótico habría dado lugar al sistema de la así llamadas 'lenguas d’oc', cuya base forma la lengua de los trovadores provenzales del XII y XIII siglo;
  3. El superestrato burgundio se considera responsable de la formación del confín lingüístico entre franco-provenzal y provenzal en el territorio que comprende la parte sureste de Francia, la Suiza francesa y parte de los valles alpinos italianos. 
Se puede afirmar que entre V e IX siglo, en la Francia septentrional, hubo un bilingüismo franco-galo-romance, porque los amos francos hablaban la lengua de Carlo Magno y el latín, de la misma manera que los galo-romanos, en consecuencia de sus relaciones con los germánicos, hablaban franco. Los francos nunca consiguieron imponer su lengua, que despareció en el siglo X, pero el uso cotidiano del franco, llevó los galo-romanos a aprender, por ejemplo, la pronunciación de una consonante para ellos desconocida, la h, entonces pronunciaban altus como haut. Sólo el francés acogió esa consonante, porque en el retorromano central y occidental, también debido a la convivencia romano-germánica, es de reciente formación. Una parte de Francia  ha heredado también la pronunciación bilabial germánica de w, que existe todavía en los dialectos de confín con el territorio germánico como el picardo, el valón, etc.
En el francés y en el franco-provenzal las vocales abiertas eran pronunciadas muy largas con respecto al provenzal. Dado que la línea de separación entre francés y provenzal, en el comienzo del Medioevo, estaba en el norte, cerca de río Loira, von Wartburg admitió que el susodicho fenómeno se reproducía en su origen hasta una línea que desde río Loira corría hacia este y comprendía el departamento de Nièvre, alcanzando St. Ètienne y desde allí coincidiendo hasta los Alpes con el confín septentrional del provenzal. Es destacable señalar que este territorio fue colonizado por germánicos, francos y burgundios, y las vocales largas en silaba abierta se pueden explicar con el influjo del superestrato. Los germánicos bilingües habrían alargado las vocales cuando hablaban latín y con ese alargamiento se produjo la diptongación. Al susodicho alargamiento se atribuiría también  el debilitamiento y la desaparición la de las oclusivas intervocálicas en el francés (lat. matururum> a. fr. meür).
¿Pero como se explicaría el hecho que en otros territorios con superestratos germánicos no se haga diferencia entre vocales en silaba abierta y vocales en silaba cerrada? El español, a pesar del superestrato gótico, diptonga en silaba abierta y también cerrada, y también en la Francia del norte, en hablas como el valón o el retorromano, donde el influjo germánico fue más fuerte, la diptongación hubo en ambos los casos. Además sería muy difícil entender como las colonizaciones germánicas que tuvieron lugar en épocas y sitios diferentes, pudieran dar los mismos resultados en todas partes, y sería difícil también entender el porqué del hecho que los romanos, viviendo juntos con los germánicos, hayan podido imitar su pronunciación sólo para el alargamiento de las vocales en silaba abierta. Sin embargo el influjo indirecto del superestrato germánico ha sido muy importante en el caso del franco sobre el francés, que contribuyó a hacer de eso la lengua más germanizada.
Según von Wartburg el influjo del superestrato longobardo en Italia sería paralelo al franco y burgundio en Francia. La diptongación de las vocales latinas se habría puesto más débil desde en norte hasta el sur, pues los resultados serían los mismos, sólo que el superestrato longobardo, al contrario de los demás, no sería responsable de haber dividido el territorio italo-romance en dos partes (los francos colonizaron sólo hasta río Loira), porque sobrepasando la línea La Spezia - Rimini han evitado que se creara un confín lingüístico entre Bolonia y Florencia. Esta teoría no funciona para nada: en Italia la diptongación espontánea, como la por metafonía (elevación o cierre de una vocal por influjo de una vocal cerrada al final de palabra), es más fuerte donde los longobardos nunca han estado (en los Abruzos y en Pulla), al contrario en la Italia del norte es muy débil. Además von Wartburg afirmó que en la Italia septentrional, donde para él la diptongación es más fuerte que en otra parte, las oclusivas intervocálicas habrían debido debilitarse o volver mudas, pero de hecho ha ocurrido lo contrario: en la Italia septentrional, donde la diptongación casi no existe, las oclusivas sordas intervocálicas p, t, k se debilitan, mientras que en la Italia meridional, se quedan invariadas. Podemos decir entonces que la diptongación en Italia es totalmente independiente del superestrato germánico.
A pesar de las incongruencias de la teoría de von Wartburg, el influjo de las lenguas germánicas fue muy importante para el nacimiento de las lenguas romances. La invasión de los germánicos fraccionó el territorio lingüístico, aislando Dacia y Península balcánica de todo el resto y con la ocupación de Galia y España, rompió el contacto entre estas últimas e Italia. Se trató de un influjo indirecto, porque ellos, aislando las diferentes partes del Imperio Romano, interrumpieron las comunicaciones entre Italia y las provincias por un lado, y entre las provincias entre ellas por otro lado, eliminando así los obstáculos que se interponían a la diferenciación de las lenguas romances, contribuyendo en consecuencia a sus formaciones. 

martes, 30 de abril de 2013

Los niveles lingüisticos de latinización


En 1950 Walter von Wartburg definió una bipartición en sentido Est-Ovest del espacio neolatino en base a la  sonorización de las consonantes sordas intervocalicas (it. sept. saversavon, fr. savoirsavon ; it. fuoco, it. sept. fogo, esp. fuego,ecc.), distinguiendo una parte occidental, formada por Peninsula Ibérica, Francia e Italia septentrional, y una parte oriental, formada por Italia centromeridional, Balcanes y Rumania. Esa subdivisión, por lo que concierne especificamente a Italia, rompe su territorio lingüistico en dos partes a lo largo de la notoria linea  La Spezia – Rimini, donde se sobreponen las isoglosas de un gran número de rasgos fonéticos y morfólogicos; entre los más importantes citamos, en el Norte y en el Oeste de esa línea, la conservación de -s final, en el Sur y en el Este, la trasformación de -s final en i. La teoría de Von Wartburg explica esas diferencias diciendo que la Europa Latina occidental ha sido romanizada por la escuela y las clases cultas, mientras que la Europa Latina oriental por los soldados y los agricultores que hablaban un latin menos regulado. Despues de esta bipartición se habría sobrepuesto la influencia de los superestratos germánicos, produciendo resultados heterogéneos, porque diferentes eran las poblaciones germánicas y diferente su incidencia demográfica.
Esta hipótesis escoge de manera arbitraria los fenómenos que considera decisivos, asi como una tesis fundada sobre criterios sociales y demográficos debería argumentarse sobre los mejores estudios de historia social y demográfica, pero von Wartburg desatenta de ellos y se limita a dar generalizaciones a veces también absurdas como la que exigiría que Cerdeña hubiese sido latinizada por escuelas y clases cultas. 

lunes, 29 de abril de 2013

El sustrato


El influjo de los elementos del sustrato en las lenguas romances resulta notable en el campo del lexico, pero también tenemos que considerar la influencia en la fonética, la morfología y la sintaxis. Bajo de Europa Latina se encuentran estas lenguas de sustrato, reconocibles sobre todo por los indicios en la onomástica y en el léxico de las regiones:
a) los dialectos itálicos en la Italia centromeridional;
b) el ilirio en la Pulla del sur, en Dalmacia y en Véneto
c) el griego en la Italia meridional;
d) el etrusco en Campania, en el norte del Lazio, en Toscana, en
Romaña, en en norte de la Italia y en Recia;
e) lenguas mediaterraneas alpinas no indoeuropeas en Sicilia, Calabria, Cerdeña, Córsica, en los Alpes y en los Pirineos;
f) el ligur en el noroeste de Italia y en en suroeste Francia ;
g) el ibérico en el suroeste de Francia y en la Peninsula Ibérica;
h) El céltico en Galia, una parte de Peninsula Ibérica E Italia septentrional (excepto Véneto) y en Suiza;
i) el tracio, el albanés y el gético en Rumania.
El ocaso de las lengua preromanas es dificil de saber. En el siglo I d. C. la mayoría de ellas todavía se usaban, sobre todo el galo, el cual se ha conservado durante mucho tiempo. En la parte sureste del Imperio, el latín no pudo imponerse contra la superioridad de la cultura griega y en la Italia meridional pudo hacerlo sólo de manera parcial.
En 1881 el italiano Graziano Isaia Ascoli elaboró la teoría según la cual la diferenciación entre las lenguas romances se debe a la preexistencia de diferentes sustratos que influenzaron el latín en las diferentes partes del Imperio. Subrayó el efecto del sustrato céltico, el más fuerte, que se nota a nivel del léxico y también en lo fonético y se extendió hasta comprender fenómenos de formación y composición de las palabras, como en el caso del sistema vigesimal de enumeración del cual hay un relicto lingüistico en el francés quatre-vingt.
Entre las tendencias fonéticas, fue muy discutido el problema de la evolución û > ü, fenómeno que se encuentra sólo en Francia, parte de Ladinia y en los dialectos galo-itálicos de Italia septentrional, que fue considerado por muchos lingüistas como reacción del sustrato galo. Sin embargo, no se sabe si este ultimo tuvo el fonema ü, pero la tendencia del céltico medieval y moderno a trasformar ü en i presupone un intermediario ü. Este problema fue por primera vez examinado por Ascoli en una de sus famosas “lettere glottologiche” ('cartas lingüisticas'). El estudioso afirmó que para hipotetizar sobre un sustrato hacen falta dos condiciones:
1. la coincidencia geográfica;
2. la coincidencia de un determinado fenómeno en la lengua antigua y en la moderna.
El problema fue resuelto considerando que tenemos:
1) la correspondencia del territorio que presenta ü con el que fue de lengua céltica;
2) la presencia de i < û en algunos idiomas célticos modernos;
3) la presencia de ü > û en neerlandés;
por tanto sería posible decir que la presencia de ü en los territorios de sustrato céltico se deba a una tendencia del galo que se manifiesta en el campo romance y tambíen en el germánico, aunque no se pueda excluir la posibilidad de desarrollos autónomos. Sin embargo una objeción a esa teoría concierne el hecho de que ü en lugar de ū se manifiesta en las lenguas romance varios siglos después del galo. 
Lo mismo pasa con los dialectos de Italia centro-meridional, donde los fenomenos de asimilación de los grupos consonánticos nd >nn y mb>mm y de sonorización de las oclusivas sordas b, t, k después de nasal, se atribuyen al sustrato osco-umbro, cuando formas de este tipo se encuentran en inscripciones del siglo VI d. C. en Roma y los primeros ejemplos en Italia en los siglos X y XI d. C. cuando el osco-umbro se había extinguido desde unos siglos.
Se pueden observar fenómenos de sustrato que obran hoy día, por ejemplo el francés hablado en las ciudades del sur de Francia no es el mismo que el de París, en ellas se usa r lingual y no uvular. Los hablantes meridionales de Francia siguen manteniendo en su francés, lengua de superestrato, los hábitos lingüísticos de la lengua original de sustrato. Esto pasa entre una lengua romance y unos vulgares romances, pero la situación es diferente, por ejemplo, en el estado de Yucatan, donde se habla la lengua maya, aquí los habitantes con una cúltura mínima utilizan en su español las‘consonantes deridas’(consonantes muy explosivas cuya pronuncia viene acompañada por un cierre de la glotis), esto demuestra como las predisposiciones artículatorias, después de un periodo de bilingüismo, se han mantenido en las generaciones sucesivas. Se trata de un proceso de adaptación en la dirección de la lengua ganadora por parte de una población entera y que ocurre muy lentamente y de una manera imperfecta, porque el sustrato sigue obrando con fuerza.
Contra la hipótesis del sustrato se puede valorar la extrema dificultad de demostrar a su vez que los fénomenos de las lenguas romances encuentran su causa en fenómenos de lenguas mal conocidas y de edad muy antigua. Además esta hipótesis impone considerar el latín de edad tardo imperial, muy diferenciado, en el que los sustratos habrían operado, dado que las lenguas pre Romanas ya se habían extinguido.
Otro argumento contra un excesivo recurso a la explicación del sustrato lo muestra Latino America, donde la influencia de las lenguas indigenas fuera de lexico es muy modesta y no ha determinado un fraccionamiento del español en una multitud de lenguas neocastellanas.
Algunos cambios romances tienen su origen en fenomenos de sustrato, pero se trata de una parte muy limitada de fenómenos que han transformado el latín en las lenguas romances. Las grandes mutaciones de los sistemas nominal y verbal por ejemplo, no se pueden atribuir a los sustratos porque afectan a zonas con sustratos diferentes.

domingo, 28 de abril de 2013

La época de la romanización de las provincias


La ‘romanización’ de un territorio empezó con su incorporación en el Imperio Romano. Fueron integrados en el Imperio:
- en el siglo III a.C. la península itáliana, Sicilia, Cerdeña, Córcega, Costa Dálmata y las costas orientales y meridionales de España;
- en el siglo III a. C. la Italia septentrional, la Galia meridional, la mayoría de la península Ibérica (excepto el noroeste) y Cartago;
- en el siglo I a. C. la Galia entera, el territorio de los Alpes y los Prealpes
septentrionales (‘Raetia’,’Noricum’), el noroeste de la península Ibérica, la Dalmacia, la Mesia y la Dardania;
- en el siglo I d.C. la Panonia, Britania y el territorio Decumano
(entre la costa oriental del Rin y el Danubio);
- en el siglo II d.C. Dacia.
En 1884 Gustav Gröber relacionó la diferente fisionomía de las lenguas romances a la etapa de desarrollo alcanzada por el latín sobre la fecha de la primera latinización de las provincias vistas anteriormente. Para él, el latín llevado a Cerdeña en 238 a.C. era diferente del que en 50 a.C. fue llevado al norte de Galia, y aún más diferente del latín que en 107 d.C. fue llevado a Dacia. Según esta teoría los colonizadores de Cerdeña y de España hablaban un latín más arcaico con respecto al de Francia y Rumanía. Entonces el sardo sería la lengua romance más antigua y el rumano la más reciente. Esto podría ser verdad en el caso de que no hubiera habido más contactos entre las provincias y Roma. Podemos observar que en el sardo de las zona céntricas de Cerdeña se conservan las vocales latinas Ō, Ŭ, Ē, Ĭ y las formas antiguas en a en los dobletes latinos (janua, jenua; januarius, jenarius) y al mismo tiempo en las zonas marginales y en la llana entorno a la capital Cagliari, más accesible a los influjos, tienen formas más recientes con –e (camp. génna, énna < lat. jenua). Todo esto muestra que Cerdeña, gracias a la romanización precoz, ha recibido un latín más arcaico, a la vez que ha influenciado el haber tenido contactos con Roma hasta el siglo V d.C. también un latín más reciente, que no podía hacer desaparecer el antiguo.
Si desatentamos algunas incongruencias, como por ejemplo el hecho de que Sicilia fuera la más antigua de las provincias romanas, pero no tiene un habla muy conservador, se le puede contestar que no tiene en cuenta que las provincias romanizadas siguieron estando en contacto con Roma durante siglos, entonces, el latín de las provincias recibió estímulos por la lengua madre. Además esta explicación supone un latín imperial ya muy diferenciado en su interior, en relación a la sucesión diacrónica de la latinización de las provincias, pero aunque la latinización haya terminado en medio milenio, en la base latina de las lenguas romances, las diferencias que se pueden explicar cronologicamente son, en proporción, poco mumerosas.
Sin embargo esta teoría puede explicar algunas diferencias a través de la cronología del latín, pero no la diversidad de las lenguas romances. Además la hipótesis ha constatado que, en las tradiciones lingüisticas coloniales, la fase de constitución de una tradición local es fundamental, por eso la lengua de la colonia guarda a veces unos rasgos diatópicos y diacrónicos que dependen de la época en la cual se ha constituido la tradición y de la procedencia de los colonizadores. El francés de Quebéc por ejemplo, mantuvo los rasgos del francés del siglo VII y VIII, puesto que en aquel periodo se constituyó la tradición franco-canadiense, y los rasgos de los dialectos franceses atlánticos, porque desde allí venían los colonizadores. Así el español de Latino América conserva la original marca andaluza, a pesar de que las colonias hayan tenido relaciones seculares con Madrid y con las otras regiones de la península.
Entonces la teoría de Gröber demuestra que la diversidad y el origen de las lenguas romances deben ponerse en relación también con el mantenimiento, la disminución o la interrupción de las comunicaciones y con consecuencia a la calidad del latín.

sábado, 27 de abril de 2013

La riflexión renacentista sobre el nacimiento de las lenguas romances



PREMISA
La transformación de la lengua no es un hecho sorprendente, es la correspondencia en el plano lingüístico de la transformación social de la humanidad en la historia, trasformación que es efecto del desenvolvimiento de las vicisitudes humanas en el tiempo. Sin embargo esto no explica como al lado del latín existan en el siglo VIII diferentes lenguas romances. ¿Cual es la causa del fraccionamiento del latín en un grupo de lenguas no sólo diferentes de este último sino también entre ellas? A continuación y el las próximas  entradas se describerán las razones de este fraccionamiento que dieron los estudios en el curso de los siglos.

LA REFLEXIÓN RENACENTISTA SOBRE EL NACIMIENTO DE LAS LENGUAS ROMANCES
Dante Alighieri en su De vulgari eloquentia, escrito en el XIV siglo, fue el primero que reconoció que italiano, francés y español eran corrupciones de una misma lengua, aunque no fuese el latín, que él consideraba una creación artificial de los doctos.

Fueron los renacentista italianos los primeros que pensaron que las lenguas romances derivasen del latín. En 1435 Biondo Flavio (humanista e historiador, 1392-1463) en una carta a Leonardo Bruni (1374 ca.-1444) lanzó la revolucionaria idea que en la Roma antigua se hablara latín, pero no el de los grandes escritores, sino un latín popular. En efecto, para él, el latín se dividía en tres variedades de estilos: poetica, oratoria y vulgaris, y de esta ultima derivaría el italiano.

Para la mayoría de los humanistas el ocaso del latín se podía atribuir a las “invasiones barbáricas”. La pluralidad de las poblaciones germánicas en varias partes del Imperio habría alterado el latín cada uno de su manera, imponiéndose desde un punto de vista étnico. Pero los humanistas tenían una concepción bastante estática de la latinidad y daban una explicación de tipo moralista al fin de esta época áurea. El latín era considerado un idioma extremadamente lógico y perfecto y los bárbaros los responsables del fin de esta perfección. Esta teoría no explica nada en el plano del cambio lingüístico, por ejemplo no explica como las lenguas germánicas, que tienen una declinación nominal, habrían podido provocar la desaparición de la del latín. En conclusión, el gran proceso entonces etiquetado como “invasiones barbáricas” no se puede reducir a una sencilla degeneración de la civilización clásica.

Otra hipótesis del período renacentista afirma la existencia en el mundo antiguo de una perenne diglosia, es decir la presencia, ya en la Roma clásica, de una lengua “alta” (la de la literatura) diferente de la lengua “baja”, que los estudiosos llamaron latín vulgar. La primera se habría cristalizado en la inmovilidad de la gramática, guardada por el latín medieval y por el humanístico; la segunda se habría desarrollado poco a poco en las lenguas romances. Sin embargo, no hay ninguna prueba de la existencia de esa diglosia, además esa hipótesis no dice nada sobre la división del mundo lingüístico romance en diferentes variedades.

viernes, 26 de abril de 2013

Las primeras testificaciones del romance

La primera aparición del término “lengua romana” en el sentido de lengua derivada del latín data del Concilio de Tour (813), en el que, con tal expresión, se refirieron a la lengua comúnmente hablada en Galia, en oposición a la lengua germánica hablada por los francos invasores. Las autoridades religiosas, conscientes de la difundida imposibilidad por parte de los fieles a seguir la totalidad de la función religiosa, decidieron en esta ocasión, que los sermones fuesen traducidos en rusticam Romanam lingua, es decir en el habla usada por la gente.

En la época carolingia surgió el primer documento redactado deliberadamente en vulgar, el Serment de Strasbourg. Aquí el histórico Nitardo, autor del susodicho documento, en su historia en latín de los hijos de Ludovico el Pio, transcribió las frases pronunciadas en Estrasburgo en 842, en las cuales se reproducen las protolenguas bases de francés y alemán. Con estos juramentos Carlo el Calvo y Ludovico el Germánico renovaron su alianza contra el hermano rival Lotario. Los juramentos fueron redactados en doble copia, una latinizante y otra germanizante. Los soberanos debían ser comprendidos por los respectivos ejércitos, por eso se cambiaron la lengua, mientras que los jefes de los dos ejércitos juraron en sus propias lenguas. A continuación tenemos las dos partes en latín vulgar pronunciadas por Ludovico el Germánico y por el ejercito de Carlo el Calvo:

"Pro Deo amur et pro christian poblo et nostro commun salvament, d’ist di in avant,
in quant Deus savir et podir me dunat, si salvarai eo cist meon fradre Karlo et in
aiudha et in cadhuna cosa, si cum om per dreit son fradra salvar dift, in o quid il mi
altresi fazet et ab Ludher nul plaid nunquam prindrai, qui, meon vol, cist meon fradre
Karle in damno sit."
(Por el amor de Dios y por el pueblo cristiano, y por nuestro bien común, a partir de ahora, mientras Dios me dé sabiduría y poder, socorreré a este mi hermano Carlos con mi ayuda y cualquier otra cosa, como se debe socorrer a un hermano, según es justo, a condición de que él haga lo mismo por mí, y no tendré nunca acuerdo alguno con Lothario que, por mi voluntad, pueda ser perjudicial para mi hermano Carlos).

"Si Lodhuvigs sagrament que san fradre Karlo jurat conservat et Karlus, meos sendra,
de suo part non l’ostanit, si io returnar non l’int pois, ne io ne neuls cui eo returnar
int pois, in nulla aiudha contra Lodhuwig nun li iu er." 
(Si Ludovico respeta el juramento que ha hecho a su proprio hermano Carlo, y Carlo, mi amo, en parte, no lo mantiene, si yo no puedo desviarlo de eso, no voy a ser de ningún ayuda contra de Ludovico)

No hay que pensar que los dos soberanos y los dos ejércitos se expresaran de manera improvisada, al tratarse de un acto político de una notable importancia y es por ello que tuvo que ser preparado. En efecto el juramento tiene formulas en latín que encontramos antes de 842. Lo que aquí nos importa es subrayar que era claro para Ludovico, Carlo y Nitardo, que el francés y el alemán fueran lenguas diferentes del latín. 
Los juramentos de Estrasburgo fueron los primeros documentos redactados en francés. No obstante, el primer texto literario del francés es la Secuencia de Santa Eulalia. Esta cuenta la historia de una muchacha de trece años que durante las persecuciones de los cristianos llevadas por Diocleciano, rechazó de renegar su propia fe, gesto que la llevó al martirio. A punto de morir, la joven, tomó el aspecto de una paloma blanca y se elevó volando hacia el cielo. El manuscrito tiene dos secuencias, una en latín y otra en francés vulgar picardo-valón, cuyos planteamientos son muy diferentes: retórica en latín, narrativa en vulgar. De nuevo otro signo de cambio y de necesidad por parte de la iglesia de alcanzar el mayor número posible de fieles.

Se indican como primeros documentos del italiano el Indovinello veronese (entre el fin del VIII siglo y el principio del IX), cuya naturaleza lingüística se discute, y el grafito de la Catacumba de Commodilla en Roma. Esta ultima lleva: «Non dicere ille secrita a bboce» (No pronuncies las oraciones en voz alta). En el IX siglo, periodo en el cual podemos datar la incisión, hubo una reforma litúrgica que hacía que las oraciones no vinieran hechas en voz alta sino bisbisadas o leídas silenciosamente por el celebrante. Este texto, probablemente dirigido a los clérigos menos cultos que no conocían el latín, es romance por completo y muy caracterizado diatópicamente. Sin embargo, es el Placito di Capua (Marzo 960) el primer caso en Italia en cual quién escribe quiere oponer dos sistemas lingüísticos diferentes. El juez Arechisi estaba consciente de que el testigo hablaba una lengua diferente de la que él escribía normalmente: «Sao ke kelle terre, per kelle fini que ki contene, trenta anni le possette parte Sancti Benedicti» (Se que aquellas tierras dentro de aquellas fronteras que aquí se describen, treinta años las tuvo la administración patrimonial de San Benedicto).

En la Península Ibérica el uso escrito del vulgar aparece por primera vez en una lista de quesos, Noticia de kesos, que Fraile Sermeno, despensero del monasterio leonés de San Justo y Pastor a Rozuela, anotó hacia el 980 detrás de una carta latina para acordarse de lo que había dado a los frailes a cambio de algunos trabajos: «Nodicia de kesos que espisit frater Semeno in labore de fratres: inilo bacelare[…]» (Nota de quesos que gastó fray Semeno en el trabajo de los frays en el viñedo[…]).
Alrededor en el X siglo es posible datar las Glosas Silenses y las Glosas Emilianensis, estas ultimas, procedentes del monasterio de San Millán de Cogolla en Navarra, contienen frases enteras en romance:
[…] cono ajutorio de nuestro dueno, dueno Christo, dueno Salbatore, qual
dueno get ena honore, e qual duenno tienet ela mandatione cono Patre, cono
Spiritu Sancto, enos sieculos delos sieculos. Facanos Deus omnipotens tal
serbitio fere ke denante e la sua face gaudioso segamus.

viernes, 5 de abril de 2013

EL ROMANCE: UNA CONTINUACIÓN DEL LATÍN


UNA PEQUEÑA PREMISA:
El latín pertenece a la gran familia indoeuropea, de la cual representa un área marginal del grupo de lenguas kentum. Muy probablemente se afianzó en el siglo VIII a.C., costituyendo en principio sólo un dialecto de Roma y de sus inmediaciones.

En el curso relativamente breve de tres siglos, la lengua de Roma se convirtió en la de países y culturas muy diferentes en un territorio muy vasto, es el fenomeno único de expansión que tomó el nombre de “romanización”. Sin embargo, los romanos no intentaron imponer su lengua, considerando su uso como carácter de gran distinción. Por eso no obstaculizaron las demás lenguas, pero fueron las poblaciones sometidas que deseaban progresar culturalmente a través del uso del latín, que gozaba de un prestigio lingüistico mayor.

EL ROMANCE: UNA CONTINUACIÓN DEL LATÍN
El adjetivo “romance” proviene de la expresión latina “romanice loqui” (hablar como los romanos). En el medievo para referirse a las lenguas vulgares (es decir a las habladas por el pueblo), se decía “romana lengua” o “rústica romana lengua” en posición a la “lengua latina” es decir, la de los escritores y la que se transmitía a través de las escuelas.

Las lenguas romances derivan del latín, o mejor dicho, son una continuación de este, porque no existe ninguna interrupción entre el latín y las lenguas romances. Estas últimas representan el único ejemplo de un grupo de idiomas del que se conserva la fuente común. En esta situación privilegiada no se encuentran ni los idiomas neoarios de India, porque no derivan del Sancrito, aunque tengan en esa lengua una fase arcaica muy útil para las reconstrucciones, ni los dialectos neohelénicos, porque aunque sean la continuación de la koiné que conocemos, no llegaron en su evolución a crear idiomas independientes, sino sólo fraccionamientos dialectales de poca importancia.

De la fragmentación política, económica y lingüística de Europa surgen las premisas para el nacimiento de las lenguas romances. Esto se debe a que el latín vulgar, transformado por los hablantes, vino percibido como una entidad lingüística nueva, muy diferente de la lengua escrita de la edad romana.


Es importante precisar que las lenguas romances no derivan del latín clasico, idioma de la literatura y de la escuela, que, en el curso de los siglos, ha tenido las mismas formas gramaticales, lesicales y estilisticas, sino del latín que se define “vulgar”, es decir un latín movil y variado según los tiempos, los lugares, las clases sociales y las artes, aunque caraterizado por unos rasgos cómunes. El latín literario difundido por la escuela constituyó un freno a la difusión del latín vulgar, por eso muchos terminos literarios siguieron penetrando en la lengua del pueblo gracias a la difusión de la cultura. Y gracias a este influjo secular del latín literario se debe la omogeneidad, aunque relativa, que el latín mantuvo en tierras muy lejanas de Roma y en pueblos muy diferentes entre ellos.

Son pocas las fuentes del latín vulgar, pero se puede estudiar la evolución de este ultímo a través del metodo compárativo, dirigido a conseguir las formas de las lenguas “originarias” a través de la confrontación entre lenguas afines1. Por ejemplo, el fr. Carongne , el it. Carogna, el esp. Carroña dejan postular la forma del latín vulgar no atestada en las fuentes escritas *CARŌNIA, de CĂRO, CĂRNIS ‘carne’. El interés para el estudio comparativo está en la base de la lingüistica historica, que desde su nacimiento se dedicó a la reconstrucción de las palabras latinas no atestadas


1. La confrontación concierne a las palabras “nativas", es decir, a los nombres de parentesco, a los numerales, a las partes del cuerpo, todos losterminos no están subjetos a prestamos. En los primeros diccionarios etimologicos el numero de estas palabras es muy grande, recordamos el famoso Romanisches Etymologisches Wörterbuch del gran lingüista aleman Wilhelm Meyer-Lübke.